A la derecha encontramos el dolor en un orden perfecto de rangos por proximidad al matador: por un lado asisten al duelo los otros matadores y banderilleros que ese día compartían cartel con el difunto, por el otro, los picadores (nótese la diferencia con los anteriores en los sombreros y en el calzado). Todo el duelo es sobrecogedor.
Al fondo, el pueblo, aflorando los sombreros (en el cuadro no aparece ni una sola mujer) que indican que están situados en el exterior de la capilla ardiente, pues era costumbre hasta épocas recientes el descubrirse como signo de respeto.
(Imagen: "La Muerte del Maestro", de José Villegas Cordero. Museo de Bellas Artes de Sevilla)
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